MUTASPIR – las personas detrás
La atención espiritual surge de la convivencia. Vive a través de las personas, de sus actitudes, experiencias y preguntas. Aquí toman la palabra algunas de ellas: procedentes del ámbito científico, la práctica, el acompañamiento y la formación. Hablan en primera persona, comparten impulsos y perspectivas que dan forma y proyección a MUTASPIR.

Eugen Turi
«La espiritualidad en la atención sanitaria no es un lujo, sino una necesidad.»em>
Eugen Turi, former senior government official and now deputy chair of the foundation’s board of trustees, helped shape structures in the healthcare and long-term care sectors over many years. The foundation supports research and practice in medicine for older people and in nursing – and this is precisely where he sees a major gap: there are countless reforms, but very few address what truly sustains patients – and what caregivers, physicians, and nurses urgently need: an inner attitude that goes beyond mere efficiency.
Mostrar menosInvertimos millones en nuevas estructuras, pero apenas se habla de lo más importante: ¿Qué da apoyo real a las personas que trabajan en el cuidado y en el sistema sanitario? La espiritualidad no es solo importante para los pacientes – es igual de esencial para quienes trabajan en este sistema. Estamos viviendo una crisis sanitaria que no se limita a lo financiero. La sobrecarga es real, no solo física, sino también emocional. Se necesita algo más que soluciones técnicas. Se necesita un cambio de actitud. Por eso apoyo a MUTASPIR: porque aborda precisamente lo que suele ser silenciado. Porque ofrece una forma de devolver algo a quienes sostienen el sistema: sentido y orientación.
Mostrar menosDurante casi trece años trabajé como jefe de gabinete de dos ministras de asuntos sociales, fui responsable de la política de cuidados y hoy soy vicepresidente del consejo de la Fundación Josef y Luise Kraft. Durante años apoyamos cátedras de enfermería y tratamos una y otra vez de mejorar el sistema sanitario. Pero cuanto más me ocupo de estos temas, más claro tengo lo siguiente: falta una dimensión fundamental – la pregunta por el sentido y por la actitud interior.
En el ámbito de los cuidados se habla de control de calidad, de planificación de personal, de tarifas por caso. Pero ¿quién pregunta realmente: cómo están las personas que forman parte de este sistema?
Mi esposa trabajó durante muchos años como logopeda en residencias de mayores. Vivió de cerca cómo muchos profesionales del cuidado, pese a estar bien formados, se quiebran por la carga emocional. Cómo muchos de ellos, con el tiempo, simplemente “funcionan” – porque nadie les muestra cómo mantenerse interiormente estables en un entorno tan exigente.
La espiritualidad – entendida de forma amplia y no confesional – es justamente lo que podría ayudar. No se trata de creencias en un sentido estrecho, sino de una actitud interior que permita a las personas relacionarse consigo mismas y con los demás de manera sanadora.
Lo que me convence de MUTASPIR es precisamente esta idea: que no se trata de imponer más reformas, sino de fortalecer a las personas desde dentro. Que no hay que esperar a que el sistema cambie solo, sino empezar a mover algo desde uno mismo.
La espiritualidad no es un tema secundario. Puede marcar una diferencia en los cuidados – y puede transformar de manera duradera las condiciones de trabajo. Por eso apoyo este proyecto.

Prof. Dr. Andreas Beivers
«La espiritualidad en la atención sanitaria no es una nota al margen, sino una cuestión central.»
Andreas Beivers aporta una perspectiva poco común: como economista de la salud y asesor en ética, observa el sistema desde la práctica – y ve que algo falta. No solo los pacientes, también quienes trabajan en el ámbito sanitario necesitan una orientación más profunda. Un sistema de salud moderno no puede limitarse a ser eficiente – también debe plantearse la cuestión del sentido.
Mostrar menosLos economistas hablamos a menudo de eficiencia, de cifras y de costes. Pero si el objetivo no es el correcto, hasta el camino más eficiente carece de sentido. La economía de la salud no trata solo de dinero o de estructuras – trata de personas. Y lo que realmente sostiene a las personas es, con frecuencia, aquello de lo que menos hablamos: la espiritualidad.
El sistema sanitario se enfrenta a un cambio de paradigma. Quien se asome a un hospital lo verá: cada vez más personas que trabajan allí se preguntan qué sentido tiene todo esto. ¿Por qué hago este trabajo? ¿Por qué el sistema se siente tan frío y tan ajeno?
Mutaspir, mutare per spiritualitatem, es decir, transformación a través de la espiritualidad, es una clave para volver a situar estas preguntas en el centro. No como un accesorio esotérico, sino como parte esencial de un sistema de salud que realmente funcione. Por eso apoyo este movimiento.
Soy economista. Y cuando uno es economista, piensa en cifras, en sistemas, en recursos. Pero lo que cada vez me ocupa más es otra cosa: la pregunta por el sentido. Enseño filosofía económica, formo parte de comités de ética y veo cada día cómo funciona nuestro sistema sanitario – o mejor dicho, dónde encuentra sus límites.
Hay algo que llama cada vez más la atención: las personas que trabajan en el sistema sanitario están agotadas. No solo físicamente, sino también emocionalmente. No solo están sobrecargadas – muchas pierden el sentido de su labor. Y eso es algo que no se soluciona solo con más dinero o con mejores estructuras.
Lo que hace Mutaspir es precisamente lo que falta: devuelve lo humano al sistema. La espiritualidad – en un sentido profundo y no religioso – no es un lujo, no es un “extra”. Es la base desde la que puede surgir el sentido.
Porque al final, podemos hacer que nuestro sistema sanitario sea lo más eficiente posible – pero si quienes trabajan en él pierden el sentido, tenemos un problema fundamental. El cuidado espiritual debe formar parte integral del sistema sanitario – no solo para los pacientes, sino también para todos los que lo sostienen. Por eso apoyo este movimiento.

Hermann Imhof
«La espiritualidad no es una teoría – es una actitud vivida, sobre todo para quienes trabajan en profesiones exigentes.»
Hermann Imhof aporta décadas de experiencia en política sanitaria y social. Durante muchos años ocupó cargos políticos de responsabilidad, representó los intereses de los pacientes y del personal de cuidados, y sigue comprometido hoy en tareas voluntarias – especialmente en el ámbito de los cuidados paliativos y el acompañamiento en demencia. Su convicción: sin equilibrio interior, el trabajo en el sector sanitario se vuelve inhumano. Profesionales de enfermería, médicos, familiares – todos necesitan algo que les sostenga. Mutaspir, transformación a través de la espiritualidad, significa precisamente eso: una forma de encontrar y preservar ese centro interior.
Mostrar menosLas profesiones sanitarias son mucho más que una sucesión de tareas físicas. Son una labor que compromete a la persona en su totalidad – y eso significa que también quienes trabajan en el sistema necesitan algo que les sostenga.
Lo veo en mi hija, que lleva diez años trabajando como enfermera. El cuidado no es solo trabajo físico – es también acompañamiento emocional, mental y muchas veces espiritual. Pero ¿quién se preocupa de que el personal de cuidados tenga algo que le dé fuerza?
Demasiadas personas abandonan esta profesión porque se desgastan. Porque en medio del ritmo acelerado ya no queda tiempo para una atención auténtica. Y porque a menudo se olvida que para acompañar a otros se necesita una propia estabilidad interior.
Ahí es donde entra la espiritualidad – no como religión, sino como actitud. Brinda a las personas la posibilidad de no perderse, incluso en medio de una gran carga. Y por eso no solo debe formar parte del sistema de salud, sino también estar en el centro mismo de la sociedad.
Durante muchos años trabajé como delegado para los cuidados y los pacientes, participé activamente en la política social y sigo comprometido hoy en día con el trabajo en cuidados paliativos. Conozco el sistema sanitario tanto desde la política como desde la práctica – y veo que a menudo pasamos por alto una cuestión decisiva: ¿cómo logramos que quienes cuidan de otros no se queden atrás ellos mismos?
Mi hija es enfermera. Veo cómo se entrega cada día con todo su esfuerzo – y cuánto le exige esta profesión. En la enfermería y la medicina, muchas personas están al límite de sus fuerzas. Algunas intentan compensar con deporte. Pero para lo que realmente necesitan interiormente, apenas queda tiempo.
La espiritualidad – entendida como una actitud interior – puede ayudar precisamente en ese punto. No se trata de dogmas ni de creencias. Se trata de encontrar un centro propio, un espacio interior que brinde apoyo.
Descubrí este camino hace más de 35 años: a través de ejercicios contemplativos, del silencio, de una reflexión consciente sobre aquello que me sostiene. Quien está en contacto consigo mismo puede encontrarse con los demás con mayor claridad. Eso vale tanto para la política como para el trabajo en hospitales o residencias.
Hoy veo que este tema es más importante que nunca. Las personas que trabajan en el sistema sanitario están agotadas. No solo están sobrecargadas – a menudo les falta una conexión más profunda con lo que hacen. Y precisamente esa conexión podría ayudar a prevenir el agotamiento, reducir la sobreexigencia y hacer posible de nuevo un cuidado auténtico.
Mutaspir, mutare per spiritualitatem, es decir: transformación a través de la espiritualidad, ofrece precisamente ese enfoque. No es una idea esotérica, sino una vía clara y realista para humanizar el sistema de salud. Por eso apoyo este movimiento.
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Klaus Holetschek
«La espiritualidad no es un tema secundario – es una brújula interior, especialmente para quienes están sometidos a alta presión.»
Klaus Holetschek aporta décadas de experiencia en política, cuidados y asuntos sociales. Ha contribuido a desarrollar políticas de cuidados, fue ministro de Sanidad y Cuidados del estado de Baviera, comisionado ciudadano del gobierno regional y sigue hoy activo en varias funciones honorarias en este ámbito. Vive de cerca lo que falta en el sistema sanitario: una conciencia más profunda de la actitud interior de quienes están ahí cada día para los demás. Su propia práctica espiritual lo acompaña desde hace más de 35 años – y le ha enseñado cuán esencial es el equilibrio interior.
Mostrar menosCuidar es mucho más que prestar un servicio. Es entrega, es responsabilidad – y es una labor extremadamente exigente.
Quien trabaja en este ámbito conoce bien la carga. Pero lo que a menudo falta es una estabilidad interior, un ancla. Muchas personas abandonan su profesión porque están quemadas. La espiritualidad – entendida como actitud interior y conciencia – puede ser precisamente una respuesta. No como un lujo, sino como parte esencial de las profesiones sanitarias.
Lo veo cada día: quien está centrado en sí mismo puede encontrarse mejor con los demás. Quien mantiene su equilibrio interior puede estar atento incluso en medio del mayor ajetreo. Por eso la espiritualidad en el ámbito de la salud no es algo secundario – es una clave que todos necesitamos.
Llevo décadas vinculado al sistema sanitario – en la política, en la práctica y en funciones voluntarias. He contribuido a diseñar políticas de cuidados, acompaño en casa a un niño gravemente enfermo como voluntario de cuidados paliativos, y participo activamente en la asesoría a familiares y en el ámbito de la demencia. Y en todos estos espacios veo lo mismo: la carga es enorme, y muchas personas carecen de algo que les sostenga por dentro.
Mi hija lleva diez años trabajando como enfermera. Veo cuánto compromiso requiere esta profesión, pero también lo difícil que es soportar tanta presión durante tanto tiempo. Profesionales de enfermería, médicas, médicos – muchas veces están al límite. Muchos hacen deporte para desconectar, pero casi no queda espacio para el bienestar interior. Y sin embargo, esa es la cuestión central: ¿cómo encontramos equilibrio interior para no quemarnos?
Yo recorro este camino desde hace más de 35 años. Desde mi etapa como responsable de personal en Cáritas, me acompaña una práctica contemplativa que me da libertad interior. Ya sea a través de la meditación, de la respiración consciente o de la reflexión – quien está en contacto consigo mismo puede encontrarse mejor con los demás.
Esto vale especialmente para el ámbito sanitario. Hoy vemos un sistema donde la eficiencia y la velocidad a menudo pesan más que el cuidado humano. Pero la verdadera sanación no ocurre solo con medicamentos o tecnología – también ocurre con el *cómo*.
No basta con reformas estructurales. Hace falta una nueva actitud en el sistema de salud – una que no solo cure el cuerpo, sino que vea a la persona en su totalidad. Eso es lo que puede ofrecer la espiritualidad. No es un añadido religioso, ni un lujo esotérico. Es una herramienta que puede ayudarnos a recorrer este mundo exigente con sentido y con atención plena.
Por eso estoy convencido de que Mutaspir es un pilar fundamental para el futuro de los cuidados y de las profesiones sanitarias.
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Prof. Dr. med. Eckhard Frick sj
«La atención espiritual pertenece al centro del cuidado – allí donde las personas trabajan con personas.»
Eckhard Frick es médico especialista en psiquiatría, psicoanalista y profesor de medicina psicosomática y de atención espiritual en la Universidad Técnica de Múnich, Klinikum rechts der Isar. Como pionero en este campo, ha consolidado la atención espiritual en la investigación, la docencia y la práctica clínica. Su trabajo combina experiencia clínica con profundidad antropológica, reflexión ética médica y sensibilidad pastoral. MUTASPIR expresa su convicción de que la espiritualidad es parte integral de la medicina, los cuidados y el acompañamiento humano: en lo personal, en lo profesional y en lo sistémico.
Mostrar menosLa espiritualidad se manifiesta allí donde las personas atraviesan crisis, toman decisiones y experimentan límites. MUTASPIR – del latín mutare per spiritualitatem – epresenta un cambio que nace de la actitud interior. Las siete letras señalan ámbitos clave: orientación hacia el personal, cultura organizacional, comunicación de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, movilización de recursos, liderazgo espiritual, satisfacción de los pacientes, implementación, y sensibilidad religiosa y cultural. La atención espiritual es una tarea transversal en el sistema de salud. Requiere presencia, reflexión y una base profesional sólida. MUTASPIR abre espacio para ello.
Mostrar menosLa espiritualidad es un concepto con múltiples interpretaciones. Algunas personas lo asocian con la esperanza, otras lo observan con escepticismo, preocupadas por una posible instrumentalización ideológica o por su falta de definición. Sin embargo, la espiritualidad ha encontrado su lugar en las ciencias de la salud: no como un término exclusivamente religioso, sino como expresión de preguntas existenciales y búsquedas personales.
Como médico y sacerdote, he aprendido que la espiritualidad puede ayudar, pero también confrontar. No siempre es sanadora, pero forma parte del ser humano. No defiendo la atención espiritual porque “funcione”, sino porque pertenece a la antropología del ser humano. No es un método, sino un modo de acercarse a lo humano.
Los estudios demuestran vínculos entre la actitud espiritual y la calidad de vida. Al mismo tiempo, lo que se puede medir solo describe una parte. En francés se distingue entrebesoin (necesidad) y désir (anhelo). La espiritualidad no se agota en la necesidad: abarca aquello que mueve a las personas en lo más profundo, muchas veces más allá de las palabras y de la medición.
La atención espiritual surge allí donde las personas acompañan a otras: en transiciones, en la enfermedad, en el morir, en el día a día de las relaciones de cuidado. No es una profesión propia, sino una actitud compartida, en los cruces entre medicina, enfermería, terapia, acompañamiento espiritual y trabajo social.
MUTASPIR – mutare per spiritualitatem – nació como un proyecto. Hoy es más: un movimiento. Una invitación a integrar la espiritualidad en la práctica, la formación y la cultura organizacional. La cátedra de Atención Espiritual de la Hochschule für Philosophie de Múnich acompaña este proceso mediante investigación, docencia y desarrollo.
El nombre MUTASPIR expresa también una comprensión sistémica. Cada letra representa un ámbito clave de acción:
Motivación y orientación al personal – porque el cuidado necesita respaldo.
Unidad – cultura organizacional – porque la actitud moldea las estructuras.
Top-down y bottom-up – porque el cambio requiere diálogo.
Movilización de recursos – porque hay potencial sin activar.
Spiritus – del latín: aliento, viento, respiración; liderazgo espiritual, porque liderar con valores reconoce el capital espiritual de cada persona.
Paciente – su satisfacción importa, porque cuidar es más que tratar.
Implementación – porque las actitudes también requieren estructura.
Religión y cultura – su sensibilidad importa, porque la pluralidad exige percepción.
La atención espiritual no sustituye al acompañamiento pastoral. Tampoco es una nueva etiqueta para la humanidad. Más bien recuerda que acompañar no requiere solo conocimientos y técnicas, sino también presencia interior y atención consciente.
Concibo MUTASPIR como una “inquietud sistémica” en el mejor sentido: un impulso que cuestiona rutinas establecidas, abre nuevas perspectivas y concibe el sistema sanitario como una comunidad de cuidado. La atención espiritual forma parte de este movimiento: arraigada en la práctica, guiada por una actitud, abierta al desarrollo.
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Dr. rer. pol. Ruth Mächler
«La espiritualidad no es un accesorio – es el fundamento que sostiene a las personas en contextos laborales desafiantes.»
Ruth Mächler es socióloga y teóloga. Durante muchos años trabajó en investigación familiar y en planificación del desarrollo urbano de la ciudad de Múnich, antes de regresar al ámbito académico – en la antigua unidad de investigación y actual cátedra de Atención Espiritual en la Universidad Técnica de Múnich. Paralelamente, realizó una formación en atención espiritual clínica y hoy también trabaja en terapia de la dignidad – especialmente en el ámbito paliativo. Participó en el proyecto MUTASPIR desde el principio, colaboró en el desarrollo de materiales y apoyó el trabajo en red. Su labor combina profundidad científica, experiencia espiritual y compromiso práctico.
Mostrar menosCuando nació MUTASPIR en 2019, yo estuve ahí desde el principio – incluso antes de que existiera la cátedra de Atención Espiritual. En aquel entonces empezamos a visitar centros, a crear redes y a desarrollar materiales. Luego llegó la pandemia, que dificultó muchas cosas – pero también dio lugar a formatos creativos: pódcast, impulsos digitales y herramientas para acompañar a distancia. Mi preocupación personal, entonces y ahora, ha sido integrar la espiritualidad como una dimensión natural en el sistema sanitario – no solo para los pacientes, sino también para quienes acompañan, deciden y cuidan. Porque lo más profundamente humano no se detiene en el día a día clínico – ahí es donde más se necesita.
Dentro de cinco años, me gustaría que la espiritualidad ya no se vea como un tema exótico o añadido, sino como algo que se contempla de forma natural – en la atención, en la formación y en la cultura de las instituciones. MUTASPIR debe seguir creciendo: como red, como actitud, como recordatorio de lo que realmente mueve a las personas en lo más profundo.
Mostrar menosI have come to know the healthcare system from many perspectives: in research, in urban development, as a therapist, and in spiritual care. What strikes me time and again is this: we talk a lot about structures, costs, and efficiency – but too little about what sustains people from within. For me, that’s what spirituality is: a dimension that reaches deep, without being reduced to religion.
When MUTASPIR was founded, I was part of the founding team. We built networks, visited institutions, developed materials – even in the midst of the COVID-19 pandemic, which made everything more difficult and at the same time demanded new digital forms. Podcasts, digital cards, tools for remote exchange – we helped shape all of it, because the need was tangible.
Spirituality is not an add-on. It concerns the image of the human being that underlies our healthcare system – and in that area, we have some catching up to do. Many staff members recognize the spiritual needs of patients, but not their own. Yet they are the ones who encounter existential questions every day: What does meaningful support look like? What defines my work when it’s about life and death?
The patients themselves are often more open – they experience crises, thresholds, profound disruptions. These naturally bring questions of meaning. And relatives are often deeply grateful when their spiritual needs are taken seriously. Those are always moving experiences.
In five years, I hope spirituality will no longer be seen as a foreign element in healthcare, but as an integral part of good care. I hope MUTASPIR has grown as a movement – in reach, but also in depth. That there are strong networks that anchor Spiritual Care in education, practice, and organizational development. I wish for more spaces for reflection, more sensitivity to spiritual needs – among staff as well as patients, families, and leadership. And I hope that in political and ethical debates – such as those around end-of-life, autonomy, and human dignity – we will also hear a voice for spirituality.
Deseo que la Atención Espiritual deje de considerarse un enfoque marginal y pase a ser un tema transversal presente en todos los ámbitos del sistema sanitario – desde la formación y el trabajo en equipo interdisciplinar hasta el desarrollo de la misión y visión institucional. Que la espiritualidad sea reconocida como una dimensión de la existencia humana – más allá de etiquetas religiosas y abierta a la diversidad.
Veo un gran potencial especialmente en entornos asistenciales de alta intensidad como la medicina de urgencias o la atención intensiva: que allí donde dominan la rapidez y la tecnología, también haya espacio para la atención plena, la pausa y la orientación interior – no como una tarea añadida, sino como parte de una cultura integral del cuidado.
… y deseo que MUTASPIR contribuya a que las personas que trabajan en el ámbito de la salud vuelvan a conectarse con aquello que originalmente las motivó a elegir este camino: el deseo de encontrarse verdaderamente con otros. Si eso se logra, la espiritualidad deja de ser solo un tema – y se convierte en una actitud que sostiene.
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Ulrike Streck-Plath
«La atención espiritual responde a lo que permanece callado en el ser humano – y, sin embargo, está presente con fuerza.»
Ulrike Streck-Plath aporta perspectivas creativas, comunicativas y artísticas al discurso sobre la atención espiritual. Desde finales de 2022 acompaña a MUTASPIR en el plano conceptual, editorial y visual. Su enfoque se basa en una larga trayectoria como profesional creativa en los ámbitos de la salud, la digitalización y la sostenibilidad, en su reflexión sobre la espiritualidad en la vida cotidiana y en su labor como mentora. Concibe la atención espiritual como una forma potencialmente sanadora de relacionarse con lo que conmueve a las personas en lo más profundo.
Mostrar menosCuando las personas se encuentran, también lo hacen sus espacios interiores: se conectan, se entrelazan. De forma no planificada, no dicha, pero inevitable. La atención espiritual puede transformar conscientemente esa relación de forma sanadora: distinguiendo con claridad el espacio propio y el del otro, y respetando ambos en su ser y su anhelo. Aun sabiendo que el encuentro transformará esos espacios – porque eso forma parte de la vida y del estar con otros. En el ámbito de la salud, esto significa estar presente, abierto a la resonancia y actuar con conciencia. Lo que ocurre ahí no se basa tanto en saberes o técnicas, sino en relación – en una relación que descansa, si es posible, en la confianza. Esto requiere una actitud interior. Y basta con que una de las dos partes se atreva a sostenerla.
Mostrar menosDesde muy pequeña comprendí la espiritualidad como la estructura fundamental de todo lo vivo. Pero fueron necesarios muchos años y ciertas experiencias para poder nombrar esta comprensión de la espiritualidad, distinta de la búsqueda o del anhelo.
En mi trabajo artístico, en el lenguaje y en el acompañamiento de personas, me ocupo de las consecuencias y posibilidades que surgen cuando la espiritualidad como estructura de base se conecta con lo práctico y lo científico: ¿Cómo pueden las personas relacionarse de forma creativa, autónoma y, sobre todo, sanadora con lo que ocurre en su interior más profundo, lo que pregunta, anhela, espera – y es tocado constantemente por lo que irrumpe desde fuera sin ser llamado?
La atención espiritual toma en serio ese mundo interior: desde una actitud que respeta la singularidad del otro y tiene presente la propia. El modelo del semáforo de Eckhard Frick lo expresa con claridad.
Verde: apertura.
Rojo: protección.
Naranja: atención en la transición.
Esta forma de percibir respeta el espacio del otro – sin proyectar. Al mismo tiempo, este modelo permite conectar un fenómeno complejo con la medicina, el cuidado y la vida cotidiana.
Para mí, la atención espiritual es una respuesta lógica a lo que conecta a las personas en lo más esencial. En lugar de preguntar por el sentido, lo hace posible – a través de la presencia. La atención espiritual se pregunta:
¿Cómo puede sostenerse a otro sin retenerlo?
¿Cómo puede surgir cercanía sin invadir?
¿Qué ocurre cuando el silencio no se entiende como vacío, sino como parte de la relación?
Las respuestas a estas preguntas describen con precisión el campo en el que se sitúa la atención espiritual – más allá de técnicas, conceptos o competencias.
Me comprometo con la atención espiritual porque considero que lo que hace posible es absolutamente necesario – también para la sociedad en general: una convivencia verdadera. Encuentros humanos que nos recuerdan algo que ya llevamos dentro. Una cercanía que se atreve a quedarse consigo misma – y que por eso mismo puede estar de verdad con el otro. Para que en el otro, acompañado así con intimidad, pueda llegar a ser lo que quiere ser.
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